Traducción de Rubén Opazo
ASALTO Y TOMA DEL MORRO DE ARICA.
7 de JUNIO de 1880.
Señores Profesores,
Alumnos:
Cábeme el
honroso privilegio, en este 7 de Junio de 1974, como Oficial de Ejército encontrarme
integrando las filas del inmortal Regimiento 4to. de Línea, teniendo bajo mis
plantas, mezcla de tierra, sudor y sangre, vertida por el Soldado chileno en
las laderas de este nuestro épico Morro, para narrarles a poca distancia de su
cumbre, y al amparo del flamear incesante de nuestro tricolor de la estrella
solitaria, la proeza más increíble……… , la hazaña jamás igualada……., y que estoy
seguro nos llena de orgullo como chilenos y cómo pueblo, que sólo lucha,
trabaja y se esfuerza para mantener la ansiada paz.
Os invito a
remontarnos a través de la historia y a revivir en estos instantes, en nuestra
imaginación, los días 6 y 7 de Junio de 1880 en que se gesta y realiza el
Asalto y Toma de este Morro de Arica……... .
6 de Junio……,
Amanece……, El sol de la pampa no había logrado
secar aún, las rojas manchas, que como florones de triunfo moteaban las arenas
candentes de Tacna, cuando ya las huestes de Chile estaban de nuevo en marcha,
para enfrentarse a este coloso que, tendido de bruces sobre la playa de Arica,
les esperaba erizado su cuerpo granítico de broncos cañones, y afiladas bayonetas,
dispuestos a vengar la desgracia que poco antes se abatiera sobre sus hermanos,
o vender muy cara su derrota.
Así, avanzó
el Comandante en Jefe Chileno y miró este baluarte con fama de invencible. Y,
tras de medir su poder formidable, pensó que para vencerlo se necesitaban
gigantes.
Más atrás
esperaban sus hombres y volviendo hacia ellos los vió tostados de sol, enjutos
y duros sus cuerpos pequeños, y firmes las manos. Les miró a los ojos y tras
sus destellos que decían de triunfos, de valor indomable y de glorias, los vió
agigantarse y……. confió en la victoria.
Se envía un
parlamentario a pedir la rendición de la plaza con las garantías de estilo para
la Guarnición…. “Tengo deberes sagrados que cumplir responde Bolognesi, y los
cumpliré quemando el último cartucho”.
Llegó así
la noche del 6 y con la cautela del fiero puma que ronda su presa, fueron los
infantes a tomar sus puestos de lucha, tensas las mandíbulas, crispadas las
manos sobre el fusil y el corvo implacable, fijas las miradas en las negras
siluetas de la fortaleza, que esperaba, sólo una señal para vomitar sobre
ellos, destrucción y muerte.
Y se inicia
la lucha por una de las defensas más completas de su época. En el sector de la
playa la defendían tres fortines (San José, Santa Rosa, y 2 de Mayo), y en el
mar el monitor Manco Capac la protegía con sus potentes cañones.
Líneas de
trincheras cavadas prolijamente circundaban a la población, que se extendía al
pié del Morro, que constituía el núcleo principal de la defensa de la playa.
Poseía el Morro
dos Fuertes, El Ciudadela y el del Este, cuyos potentes cañones podían cruzar
con sus fuegos, todo el frente y hacia el bajo de la posición.
Las minas
explosivas estaban diseminadas con profusión, ocultando su mortífera carga bajo
la tierra caliente de flancos y laderas del cerro.
El plan de Defensa
estaba perfectamente concebido y se pensaba que un ataque directo a la
fortaleza tendría que fracasar ya que la única manera de rendirla sería
mediante un prolongado y tenaz accedió.
Pero había
de por medio un imperativo y el tiempo que no dejaba a tropas chilenas otra
alternativa que asaltar la posición y hacerla caer, costase lo que costase.
Se inician
los preparativos previos al combate. El Coronel Pedro Lagos Comandante de las
tropas chilenas ordena los reconocimientos amparado por los fuegos de la
artillería que estremece la tierra con sus estampidos.
En la noche
se mueven tres de los Regimientos en demanda de sus posiciones de apresto. Se
dejan encendidas las fogatas que, desde el Morro se divisan tenuemente
disminuidas por la camanchaca pampina, y que engañan a los defensores, que
creen en un ataque desde esa dirección.
Las
unidades toman sus posiciones, quedando el 3ero. de Línea enfrentando al fuerte
Ciudadela, el 4to. de Línea dominando el fuerte del Este y en el Buin en la Reserva.
Llega el
alba del ansiado 7 de Junio……., iniciándose el avance en demanda de los Fuertes.
Los soldados se apegan a la dura superficie……, las respiraciones se contienen……,
los corazones laten violentamente….., palmo a palmo se aproximan. Repentinamente
estruendo de fusilería y explosar de las minas marca la iniciación de la
violenta lucha.
Cada vez se
hace más violento el combate. Negros crespones se ven prendiendo de las afiladas
bayonetas y en los desgarrados corazones de quienes, siguen bregando ahora, en
ausencia del camarada que fue tronchado por una bala o por una oculta mina.
Se asciende
la escarpada e irrumpen en los fuertes. Se prosigue la lucha con sin igual
intensidad. Los defensores luchan denodadamente, con fiereza y valentía pero,
es tal el empuje del asaltante que luego son arrollados y a golpes de bayoneta
y corvo son rechazados al centro de la plazoleta, donde hoy flamea nuestro
tricolor.
El
Comandante del 4to. de Línea ha caído desgarrado con una bala en el estómago.
La muerte ahoga los últimos gritos y a las 06:55 horas, después de transcurridos
55 minutos de encarnizada lucha, la Bandera Chilena luce orgullosa en la parte
más alta de este Morro, sostenida emocionadamente en los brazos del Sargento
Briones.
El invencible bastión ha caído……, ya es nuestro……..
.
Tal ha sido
señores, la epopeya del Morro que hoy rememoramos henchidos de orgullo y
emoción.
Los hermanos
que ayer distanciados, hoy unidos en abrazo cordial, recuerdan en este día la
inmortal epopeya de Arica, reconocen hidalgamente el valor y demás altas
virtudes que adornaron a los valientes que cayeron en aquel día. Por el lado de
Chile rindieron sus vidas: El comandante del 4to. de Línea Don Juan José San
Martin y el Subteniente Don Miguel Aguirre y 85 hombres de tropa.
A noventa y cuatro años de aquella
fecha gloriosa, el Ejército de Chile saluda una vez más, emocionado, las
figuras de Baquedano, Velázquez y Lagos y al propio tiempo a sus dignos
contendores: Bolognesi, Moore y Ugarte.
No podría
igualmente terminar este relato sin dejar de saludar y rendir un cálido
homenaje a la Gran Infantería, porque éste fue su Combate, fue el Combate que
la simboliza como Arma, porque así es el infante que acaricia su fusil, que
respira la pólvora, que marcha fatigado, el que desgarra su carne las espinas
del camino o los elementos de la muerte.
Infante, es
la raza chilena, Infante es el corazón que galopa en el pecho rugiente del
hombre soldado en el Combate.
Infante es
el barro, la sangre, el horror, la angustia de luchar cara a cara con el
adversario enloquecido.
Es la
Infantería, la imagen del pueblo, es el alma y el musculo del Soldado Chileno,
que sonriente en el triunfo, unido en el sacrificio y el peligro, sabe salvar
la honra de la Patria.
Cornetas del Lautaro, Bulnes, 3ro y 4to de
Línea, Buin:
………… tocad silencio en el más allá para que los
héroes del 7 de Junio pasen desfilando por los cielos del Morro de Arica y sean
siempre nuestra guía de Gloriosa Infantería.
“A los bravos de Arica cantemos
recordando sus triunfos sin fin
Cien victorias por ellos tenemos
con la espada del
Gran San Martin.”
Arica, Junio de 1974.
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