domingo, 23 de junio de 2019

CONFERENCIA QUE SE DICTABA EN COLEGIOS






Traducción de Rubén Opazo

ASALTO Y TOMA DEL MORRO DE ARICA.
7 de JUNIO de 1880.

Señores Profesores, Alumnos:
Cábeme el honroso privilegio, en este 7 de Junio de 1974, como Oficial de Ejército encontrarme integrando las filas del inmortal Regimiento 4to. de Línea, teniendo bajo mis plantas, mezcla de tierra, sudor y sangre, vertida por el Soldado chileno en las laderas de este nuestro épico Morro, para narrarles a poca distancia de su cumbre, y al amparo del flamear incesante de nuestro tricolor de la estrella solitaria, la proeza más increíble……… , la hazaña jamás igualada……., y que estoy seguro nos llena de orgullo como chilenos y cómo pueblo, que sólo lucha, trabaja y se esfuerza para mantener la ansiada paz.
Os invito a remontarnos a través de la historia y a revivir en estos instantes, en nuestra imaginación, los días 6 y 7 de Junio de 1880 en que se gesta y realiza el Asalto y Toma de este Morro de Arica……... .
6 de Junio……, Amanece……, El sol de la pampa  no había logrado secar aún, las rojas manchas, que como florones de triunfo moteaban las arenas candentes de Tacna, cuando ya las huestes de Chile estaban de nuevo en marcha, para enfrentarse a este coloso que, tendido de bruces sobre la playa de Arica, les esperaba erizado su cuerpo granítico de broncos cañones, y afiladas bayonetas, dispuestos a vengar la desgracia que poco antes se abatiera sobre sus hermanos, o vender muy cara su derrota.
Así, avanzó el Comandante en Jefe Chileno y miró este baluarte con fama de invencible. Y, tras de medir su poder formidable, pensó que para vencerlo se necesitaban gigantes.
Más atrás esperaban sus hombres y volviendo hacia ellos los vió tostados de sol, enjutos y duros sus cuerpos pequeños, y firmes las manos. Les miró a los ojos y tras sus destellos que decían de triunfos, de valor indomable y de glorias, los vió agigantarse y……. confió en la victoria.
Se envía un parlamentario a pedir la rendición de la plaza con las garantías de estilo para la Guarnición…. “Tengo deberes sagrados que cumplir responde Bolognesi, y los cumpliré quemando el último cartucho”.
Llegó así la noche del 6 y con la cautela del fiero puma que ronda su presa, fueron los infantes a tomar sus puestos de lucha, tensas las mandíbulas, crispadas las manos sobre el fusil y el corvo implacable, fijas las miradas en las negras siluetas de la fortaleza, que esperaba, sólo una señal para vomitar sobre ellos, destrucción y muerte.
Y se inicia la lucha por una de las defensas más completas de su época. En el sector de la playa la defendían tres fortines (San José, Santa Rosa, y 2 de Mayo), y en el mar el monitor Manco Capac la protegía con sus potentes cañones.
Líneas de trincheras cavadas prolijamente circundaban a la población, que se extendía al pié del Morro, que constituía el núcleo principal de la defensa de la playa.
Poseía el Morro dos Fuertes, El Ciudadela y el del Este, cuyos potentes cañones podían cruzar con sus fuegos, todo el frente y hacia el bajo de la posición.
Las minas explosivas estaban diseminadas con profusión, ocultando su mortífera carga bajo la tierra caliente de flancos y laderas del cerro.
El plan de Defensa estaba perfectamente concebido y se pensaba que un ataque directo a la fortaleza tendría que fracasar ya que la única manera de rendirla sería mediante un prolongado y tenaz accedió.
Pero había de por medio un imperativo y el tiempo que no dejaba a tropas chilenas otra alternativa que asaltar la posición y hacerla caer, costase lo que costase.
Se inician los preparativos previos al combate. El Coronel Pedro Lagos Comandante de las tropas chilenas ordena los reconocimientos amparado por los fuegos de la artillería que estremece la tierra con sus estampidos.
En la noche se mueven tres de los Regimientos en demanda de sus posiciones de apresto. Se dejan encendidas las fogatas que, desde el Morro se divisan tenuemente disminuidas por la camanchaca pampina, y que engañan a los defensores, que creen en un ataque desde esa dirección.
Las unidades toman sus posiciones, quedando el 3ero. de Línea enfrentando al fuerte Ciudadela, el 4to. de Línea dominando el fuerte del Este y en el Buin en la Reserva.
Llega el alba del ansiado 7 de Junio……., iniciándose el avance en demanda de los Fuertes. Los soldados se apegan a la dura superficie……, las respiraciones se contienen……, los corazones laten violentamente….., palmo a palmo se aproximan. Repentinamente estruendo de fusilería y explosar de las minas marca la iniciación de la violenta lucha.
Cada vez se hace más violento el combate. Negros crespones se ven prendiendo de las afiladas bayonetas y en los desgarrados corazones de quienes, siguen bregando ahora, en ausencia del camarada que fue tronchado por una bala o por una oculta mina.
Se asciende la escarpada e irrumpen en los fuertes. Se prosigue la lucha con sin igual intensidad. Los defensores luchan denodadamente, con fiereza y valentía pero, es tal el empuje del asaltante que luego son arrollados y a golpes de bayoneta y corvo son rechazados al centro de la plazoleta, donde hoy flamea nuestro tricolor.
El Comandante del 4to. de Línea ha caído desgarrado con una bala en el estómago. La muerte ahoga los últimos gritos y a las 06:55 horas, después de transcurridos 55 minutos de encarnizada lucha, la Bandera Chilena luce orgullosa en la parte más alta de este Morro, sostenida emocionadamente en los brazos del Sargento Briones.
El invencible bastión ha caído……, ya es nuestro…….. .
Tal ha sido señores, la epopeya del Morro que hoy rememoramos henchidos de orgullo y emoción.
Los hermanos que ayer distanciados, hoy unidos en abrazo cordial, recuerdan en este día la inmortal epopeya de Arica, reconocen hidalgamente el valor y demás altas virtudes que adornaron a los valientes que cayeron en aquel día. Por el lado de Chile rindieron sus vidas: El comandante del 4to. de Línea Don Juan José San Martin y el Subteniente Don Miguel Aguirre y 85 hombres de tropa.
A noventa y cuatro años de aquella fecha gloriosa, el Ejército de Chile saluda una vez más, emocionado, las figuras de Baquedano, Velázquez y Lagos y al propio tiempo a sus dignos contendores: Bolognesi, Moore y Ugarte.
No podría igualmente terminar este relato sin dejar de saludar y rendir un cálido homenaje a la Gran Infantería, porque éste fue su Combate, fue el Combate que la simboliza como Arma, porque así es el infante que acaricia su fusil, que respira la pólvora, que marcha fatigado, el que desgarra su carne las espinas del camino o los elementos de la muerte.
Infante, es la raza chilena, Infante es el corazón que galopa en el pecho rugiente del hombre soldado en el Combate.
Infante es el barro, la sangre, el horror, la angustia de luchar cara a cara con el adversario enloquecido.
Es la Infantería, la imagen del pueblo, es el alma y el musculo del Soldado Chileno, que sonriente en el triunfo, unido en el sacrificio y el peligro, sabe salvar la honra de la Patria.

Cornetas del Lautaro, Bulnes, 3ro y 4to de Línea, Buin:
………… tocad silencio en el más allá para que los héroes del 7 de Junio pasen desfilando por los cielos del Morro de Arica y sean siempre nuestra guía de Gloriosa Infantería.

“A los bravos de Arica cantemos
recordando sus triunfos sin fin
Cien victorias por ellos tenemos
con la espada del Gran San Martin.”

Arica, Junio de 1974.




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